25º Alergia de mierda, esto de trabajar con archivos llenos de ácaros teniendo rinitis crónica es un contrasentido, un auto boicot, casi un suicidio. Polly además del malestar físico se siente triste, no logra recuperarse de la muerte de su amigo y de tantos otros que se han ido estos meses horribles. Viejos entrañables y llenos de historias como Latour u otros amigos más jóvenes… demasiada gente en tan poco tiempo que ya no estarán más y de la que solo quedarán sus recuerdos mientras alguien los preserve. Le duele el cuerpo y el alma. Ve otra página y nuevamente reconoce la imagen. Amebus se la había mostrado en la primera edición dedicada de “Opium” de Jean Cocteau. Es un collage litográfico, un ensamble fotográfico de esculturas que le recuerda los frisos monumentales del “Altar de Pérgamo” que está en la “Isla de los Cachivaches” de Berlín. En una imagen muy cocteauniana, un bello joven con el perfil perfecto sostiene con el brazo extendido la cabeza de piedra de una mujer frente a un hombre de torso y brazos cortados. La cabeza y torso del joven se confunden con los largos crines de piedra de un caballo. Él es Orfeo y ella Eurídice. El caballo es el animal fabuloso que saldrá en su film de 1959 “El Testamento de Orfeo”. Latour amaba a Cocteau, lo había alcanzado a conocer en París cuando era un anciano maravilloso con una energía y charme únicos. Desde su juventud Jean vivía rodeado de chilenos, sus más cercanos amigos lo fueron, y adoró a este joven que llegó a visitarlo a su casa de Milly-la-Forêt y allí le regaló el ejemplar del libro donde sale esta imagen. Cuando murió el joven escritor Raymond Radiguet, su gran amor, Cocteau cayó en el consumo del opio para tratar de aliviar el dolor de la pérdida, pero esa adicción casi lo mato y logró salir de su infierno escribiendo “Opium” y filmando “La Sangre de un Poeta” su primera película, protagonizada por un chileno, el actor Enrique Riveros. Con esas dos obras instala la figura de Radiguet como el “Poeta”, el fantasma que lo acompañaría hasta su muerte. Polly no da más de pena, se toma un clonazepam y se va a enterrar en su cama.
Continuará…
(Orfeo, Jean Cocteau - 1929) Dedicado a Malala Ansieta.
