7º Contorsionada, transpirada, exhausta y convertida en un bulto verde sobre la mesa verde (que no es la obra expresionista de Kurt Jooss, aunque su padre fue muy amigo de Ernst Uthoff y Lola Botka, pero esa es otra historia) a tientas y aún con estertores, busca entre su cartera, las carpetas y cajas revueltas de Amebus Latour, el control para apagar el vibrador, hasta que lo logra. Suelta un gran suspiro, respira profundo, se intenta arreglar la falda pero se da cuenta que está hecha una desastre, pero tan, tan relajá que ni te digo. Se incorpora de la mesa, se acomoda la ropa mientras piensa que gracias a Diooó que nadie la vio. Como estamos en pandemia sólo está ella, las espantapájaros de sus asistentes que ahora están en colación y los guardias que no salen nunca de su sala, en toda la Biblioteca. Sino, jamás habría hecho algo así, aunque era su fantasía volverse loca en esta venerable institución del conocimiento. Se sienta, aliviada retoma el archivo y da vuelta la página. Ve una imagen que reconoce inmediatamente pues la contempló en una de sus visitas al Museo del Prado en Madrid, con su prima Juanita Larraín Bernales, filóloga de la Complutense. Sí, ella reconoce la reproducción de la obra del Bosco. Polly adora la imaginación infinita, absurda, perversa y profundamente alegórica del flamenco. En la pintura un falso médico con un embudo por sombrero abre una cabeza para extraer la piedra que causaba la demencia según las creencias de la época, pero en vez de una piedra saca un “tulipán negro” (que gran novela de Alexandre Dumas, pero esa es otra historia) de la cabeza de un hombre que está a punto de perder su dinero, mientras lo observan un cura borracho y un monja con un libro cerrado sobre su cabeza. Piensa que tanto se ha especulado sobre El Bosco, pero... ¿Por qué Amebus tiene esta imagen en su libro rojo y no otra del pintor holandés? ¿Tendrá que ver algo con el dibujo de la fila de monstruos o los globos oculares? ¿Será que es una macabra broma de ultratumba de Latour?... siente un viento helado entre las piernas, mira a todos lados, pero no hay nadie.
Continuará...
(La Extracción de la Piedra de la Locura, El Bosco – 1494)
