4º Miss Polly, haciendo esfuerzos sobrehumanos por contener sus estornudos, se tapa la boca con la manga de su chaqueta Chanel –de imitación– de lanilla verde que la hace ver mayor de lo que es, aunque a nadie le importa, pero también le permite mimetizarse con las cubiertas de paño de los mesones de la biblioteca, cosa que le encanta pues cada año que pasa más parece gárgola decorativa y sueña con estar colgada en las paredes del salón. Habiendo retomado el control de sí misma, vuelve al archivador rojo y ve la página siguiente, quedando completamente descolocada. Un dibujo plagado de monstruos y monstruitos que hacen una larga fila para entra a un edificio cuadrado cuya puerta está custodiada por... ¡Oh! Dios mío, ¡Cancerbero! Es una fila de pecadores esperando entrar al Infierno, al inframundo, pero estos dibujos no son como los bellos dibujos de Doré, son grotescas representaciones de parafilias (aberraciones sexuales por si no saben lo que es... la gente es tan ignorante... me explico, las cochinadas que le encanta hacer pero que no le cuenta a nadie). Son seres extraños como el Monstruo de la Laguna Negra, Blanca Nieves, el Ratón Mickey llevado con una correa al cuello por un Minnie, ambos con pequeños shorts negros, hombres vestidos de cuero, gordos tipo osos, parejas de homosexuales y lesbianas, hasta Trump sin pantalones con banderita de USA en la mano y una Esfinge dorada (all inclusive), esperando entrar a este cubo de ventanas rojas mientras el Cancerbero devora a un joven vestido de manera corriente. El dibujo la excita y siente como el pequeño vibrador que lleva puesto en su sexo se desliza. Rápidamente saca de su cartera un pequeño control remoto para activar una suave intensidad que la relaja para seguir con su tarea.
Continuará...
(The Line at Berghain, Nicola Napoli - 2014)