43º ¡Vaya!... Con este penúltimo apunte, donde Latour retoma la obra de Miranda, Polly se da cuenta que su amigo estaba haciendo un estudio sobre él, Da Venezia y Castro, por tanto, el archivador sería una colección de referentes para ese afán, donde el anciano con un corte transversal cruza las construcciones de género de las obras de estos artistas, en apariencia diversas y opuestas. Le dan ganas de recapitular sobre las imágenes del archivador para refrescar su memoria (cada día más obnubilada por los cócteles de pastillas, alcohol y el malestar general), pero prefiere seguir con las pocas láminas que van quedando para llegar a una conclusión. La foto la cautiva: un hombre tatuado y desnudo tuerce su cuerpo con el ademán de tocarse el cuello con las manos enguantadas como si llevara un collar, pero no tiene ni perlas ni rostro. El fondo negro de la foto se funde con su cabeza dejando sus ojos flotando dentro de un par de círculos. Está enmascarado y solo se pueden ver sus pequeños ojos con su brillo húmedo. Amebus escribió al margen: “El gesto del collar ausente en su teatralidad manierista con el cuerpo contorsionado, tatuado e híper-masculinizado, por un lado es una cita barroca y por otra instala lo monstruoso más allá del cliché contemporáneo. Los injertos de Miranda son más cercanos a la imperfección romántica del superhombre de Mary Shelley que a la monstruosidad oculta de un Dorian Gray de Wilde y sus descendientes modernos del siglo XX. Sus fotografías son cuerpos de deseo carnal, de la añoranza de un mundo extinto. Puntualmente, este cuerpo no tiene cavidades visibles sólo es piel cartografiada a trazos dibujados con sus genitales ocultos por sombras y ojos que miran el vacío, como una calavera invertida… es un “memento mori” sexuado. Hoy, el horror habita en el consumo adictivo del fulgor aséptico e inmaculado de las imágenes. Lo privado devino en lo público y el cuerpo hizo metástasis en los display de los supermercados digitales donde todo tiene precio y nada tiene valor. El deseo desenfrenado se manifiesta a través de la mirada pixelada de un consumidor anhelante de aprobación... ‘dame tu like’”.
Continuará…
(Benja, Raúl Miranda – 2020)
